Tiene su origen en los años 40, cuando se empezó a construir la casa y se plantaron los primeros eucaliptos. En los años 70 comenzó su deterioro y finalmente, en los 80, se abandonaron los cultivos. En 2008, con nuevos dueños, comenzó el proceso de recuperación del viñedo, del parque y de la casona.

Es una construcción rural, típica de las zonas áridas. Construida en una sola planta con muros anchos y ventanas pequeñas con rejas estilo colonial. Techos de madera y caña. Orientada Este-Oeste, dispone de siete habitaciones, 4 cuartos de baños, cocina comedor, despensa y galería. Ha sido reconstruida totalmente conservando el estilo original.

Los muebles y la decoración se han realizado en base al estilo rural mendocino con elementos que corresponden a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Se alquila toda la casa completa, con vajilla, ropa de cama y de baño. Puede pedirse servicio de desayunos y mucama. La capacidad máxima de la casa es de 12 plazas.

La casona está rodeada de un parque de dos hectáreas con profusión de eucaliptos y aguaribays. Muchos eucaliptos tienen más de 70 años, corresponden a especies australianas totalmente aclimatadas al lugar y la copa de los mismos alberga muchas especies de pájaros. Los aguaribays, algunos de ellos también muy antiguos, forman parte de la flora autóctona. Son árboles muy grandes que proporcionan una sombra agradable.

En el costado norte de la casa hay una antigua piscina completamente rehabilitada que está disponible de noviembre a marzo. En el parque hay profusión de olmos, álamos, liquidámbares, rosas y madreselvas. En el extremo oeste del parque existe un bosque de chañares que da nombre a la finca y alberga numerosas especies de aves. Leer, charlar o simplemente reposar en el bosque de chañares constituye una experiencia única.